El país situado entre el Tigris y el Eufrates era ya en el
cuarto milenio a de J.C. asiento de una prospera civilización. Los
comerciantes de las grandes ciudades mesopotámicas constituyeron
desde fechas muy tempranas una casta influyente e ilustrada.
El famoso código de Hammurabi, promulgado aproximadamente en
el año 1700 a de J.C. contenía, a la vez que leyes penales, normas
civiles y de comercio. Regulaba contratos como los de préstamo,
venta, arrendamiento, comisión, deposito y otras figuras propias del
derecho civil y mercantil. La propia organización del estado, así
como en adecuado funcionamiento de los templos, exigían el registro
de sus actividades económicas en cuentas detalladas. Los templos
llegaron a ser verdaderas instituciones bancarias, que realizaban
prestamos -el interés estaba cuidadosamente regulado-
Y contratos de deposito.
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