El genio organizador de Roma, presente en todos los aspectos de
la vida publica, se manifestó también en la minuciosidad con la que
particulares, altos cargos del estado, banqueros y comerciantes
llevaban sus cuentas. Ya en el siglo I antes de Cristo se
menospreciaba a una persona que fuera incapaz de controlar
contablemente su patrimonio. El libro mas empleado era el de ingresos
y gastos (codees accepti et expensi). Los grandes negociantes
llegaron a perfeccionar sus libros de contabilidad de tal manera que
algunos historiadores han creído ver en ellos un primer desarrollo
del principio de la partida doble. Aunque hay algunas citas de
grandes autores, como Ciceron que parecen sustentar tal hecho, son
demasiado confusas como para establecer la tesis de que el método de
la partida doble era conocido en la antigüedad.
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